Berta Romero, eneatipo 1 sexual.
Hay que guardar las apariencias, hay muchas
cosas que un buen cristiano no debe hacer.
Los pecados se pagan y después todo se arregla con el perdón
de Dios.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGnyeZqa67bbwLwJc1lrCctk51HGhGKgzTuP3DOrj4Jjm1Lm4z-Vyjb9evU0Wgf8vXv-m6jddwnGmZ1C09QJRIErGo054JI3aylnuF3F2cg2UXuD_6oMyU_ZHpNQCeZJm20F8qearie8A/s320/38839_m.jpg)
Por otro lado el monstruo, la perversa expresión reprimida
de todo lo que siente en su interior en forma de instinto animal, no solo debe corregir a los demás sino que ella se siente contaminada por las cosas malas de este mundo, por ese demonio que habita en las profundidades y que la hace sentir culpable tantas veces.
El instinto sexual le empuja a querer cambiar a los demás,
todos están equivocados y ella se lo hace saber con vehemencia. Además tiene
como propósito el tener una familia modelo, con lo que se empeña hasta la
saciedad en intentar cambiar a su hombre, aguantando todo lo que le hace como
una buena cristiana en espera de que llegue el día en que él se dé cuenta y se convierta
en un marido modelo.
Pero ese instinto sexual la delata cuando se muestra su
oculto deseo, como el de un animal en celo, que tantas fantasías le
provoca y que con gran esfuerzo, pero poco éxito, trata de eliminar de su
mente. En su interior lo que más anhela es perder el control y dejarse llevar.
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