lunes, 28 de noviembre de 2011

La personalidad es fruto de la relación con el otro, es una máscara que creamos con la imagen que queremos mostrar. Por ello conlleva una carga de dependencia, necesitamos constantemente la confirmación de los demás, la personalidad necesita ser apuntalada y reforzada constantemente, necesitamos que los demás nos den su apoyo emocional y aprobación para mantener nuestra sensación de quienes somos. Dedicamos tanto esfuerzo a mantener la integridad de este falso yo que lo pagamos con un sinfín de manifestaciones neuróticas, fruto del descuido de nuestro verdadero yo, de nuestra esencia, aquel que vive en nuestro interior y que cuando acudimos a él nos hace sentir quien verdaderamente somos. Solamente tomando conciencia de nuestro ser podremos liberarnos de la esclavitud de nuestra máscara.

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