PASIÓN
Gula.
Nuestra atracción por el placer nos mueve hacia aquello que nos lo proporciona, mientras que nuestra aversión al dolor nos alerta para permitirnos huir de cualquier amenaza. Así nos encontramos impulsados a vivir en búsqueda del placer y a evitar el sufrimiento, aunque la mayoría de nosotros nos regimos por este principio en algún grado, esta es la dificultad que caracteriza el punto Siete.
Hoy en día disponemos de muchas maneras de satisfacer este llamado principio del placer, es en sí lo que alimenta el consumismo de los tiempos en que vivimos, y alcanza un estado de insaciabilidad que se convierte en una adicción a una búsqueda de estimulación y excitación constante.
También disponemos de modos de evitar el sufrimiento y las dificultades, mediante distracciones, ensoñaciones y fantasias para evadirnos del momento presente, de hecho el hábito de escapar a nuestro propio mundo mental es un síntoma de que estamos tratando de evadirnos de alguna sensación desagradable.
Una característica de una persona adulta es el aceptar las cosas como realmente son y hacer lo que objetivamente se tenga que hacer al margen del grado de confort o disconfort que experimentemos. Como adultos, si nos movemos por el impulso de obtener placer y evitar el dolor, nos estamos comportando en realidad como niños grandes, claro que en realidad existan pocos verdaderos adultos hoy día...
La pasión que estamos tratando aquí es la “gula”, una avidez o excesiva indulgencia por el placer, por satisfacer los deseos. La gula es sobre todo un deseo por consumir, pero en el sentido de probar y sentirse estimulado, no en el sentido de consumir hasta saciarse, que sería más característico del tipo Ocho. Es un apetito mental más que corporal, en el que el placer reside más bien en el estímulo que en el consumo, y esto inevitablemente conduce a una sensación de insatisfacción o insuficiencia, que acaba en la búsqueda de más estimulación.
Otra forma de búsqueda de placer, que no es tan aparente, es el placer por las emociones intensas, incluso aunque estas emociones puedan resultar dolorosas. Para muchas personas la intensidad emocional puede resultar tan intoxicante como una droga, y llevar a comportamientos histéricos, sin embargo esto no significa que estén experimentando las emociones en sí, sino que está siendo excitados por ellas, sintiendo su superficie pero resintiéndose a entrar en ellas profundamente.
En el eneatipo Siete la gula refleja su sufrimiento, aunque pueda parecer lo contrario, cuando invertimos mucha energía en estar estimulados y tratamos de enfocarnos en la parte positiva de las cosas, podemos sospechar que en realidad sentimos miedo por enfrentarnos a algo doloroso, el Siete tiene este habito, y en su huida consciente o inconsciente del dolor limitan el contacto completo con la experiencia de sí mismos, y en consecuencia de la vida, y este es su mayor motivo de sufrimiento, cuando tratan de experimentar la vida se encuentran con que no son capaces de hacerlo completamente, atrapados por los mecanismos de defensa de su ego.
VIRTUD
Sobriedad
Si nuestra orientación es hacia el placer, si nos enfocamos en las experiencias agradables más que en la realidad de lo que nosotros experimentamos, estamos fomentando la pasión de la gula en vez de estar alineados con nuestra verdadera naturaleza y la manifestación de nuestra alma. Para realizar un verdadero trabajo transformador necesitamos valorar más la verdad que el placer, tomar contacto con el contenido de nuestra alma, sea lo que sea lo que nos haga sentir. Para conocer la realidad de nuestra naturaleza debemos conectar con la sensación de vacío y observar lo que encontremos ahí, en vez de ansiarnos por llenarlo en un esfuerzo sin fin.
Esta dependencia por la estimulación no nos permite tomar conciencia de nosotros mismos puesto que para eso es necesario un estado de paz y quietud.
Esto nos lleva a la virtud de la sobriedad, que denota un restricción en los apetitos y nos guia por el sano camino de la razón, sin mostrar excesos o actitudes extremas, sino seriedad y reflexión, fundada firmemente en la realidad y no en los impulsos resultantes de las fantasias.
El sentido de realismo que expresa esta virtud reside en la experiencia del momento presente, siempre indepedientemente de si es agradable o dolorosa, en otras palabras, estar completamente en el momento presente significa estar abierto a nuestra propia experiencia, sin importar la cualidad de ésta. Para trabajar la sobriedad por lo tanto debemos desapegarnos del principio del placer y adherirnos al principio de la realidad.
Esto significa dejar de sentirnos como si fuéramos vasijas vacías que necesitamos llenar, consumidores que necesitan ávidamente consumir. Significa dejar de movernos hacia lo que nos resulta bueno o familiar, y decidir abrirnos al magnífico misterio de nuestra verdadera naturaleza.